sábado, 5 de julio de 2008

Secretos

Las cosas más importantes son siempre las más difíciles de contar. Son cosas de las que uno se avergüenza, porque las palabras las degradan. Al formular de manera verbal algo que mentalmente nos parecía ilimitado, lo reducimos a tamaño natural. Claro que eso no es todo, ¿verdad? Todo aquello que consideramos más importante está siempre demasiado cerca de nuestros sentimientos y deseos más recónditos, como marcas hacia un tesoro que los enemigos ansiaran robarnos. Y a veces hacemos revelaciones de este tipo y nos encontramos sólo con la mirada extrañada de la gente que no entiende en absoluto lo que hemos contado, ni por qué nos puede parecer tan importante como para que casi se nos quiebre la voz al contarlo. Creo que eso es precisamente lo peor. Que el secreto lo siga siendo, no por falta de un narrador, sino por falta de un oyente comprensivo.

Stephen King.

Imagen de Memo Vasques.
Cuando ocurre eso, una cambia de tema o miente, miente, miente... Compartir un secreto, uno de ésos a los que se refiere King (yo soy a los best-sellers lo que mi padre a las hamburguesas), es el primer paso de la amistad. Oyentes los he tenido de todos los tipos. Los que parece que te escuchan pero sólo quieren hablar de sí mismos; los que te escuchan para juzgarte o hacerse una idea inamovible de ti de la que no podrás escaparte jamás; los que desprecian cada cosa que cuentas o los que no llegan a entenderte ni preguntan. A ésos no les hablo. Más bien, no les digo (ya saben la frase: hablo mucho, pero digo poco). Pero luego, afortunadamente, han estado los otros.

Aquéllos que te vuelven del revés y a los que acabas contándoles lo que nunca antes habías contado a nadie. Y no sólo eso: te descubren aspectos de ti que ni sabías que existían.

6 comentaron:

Álvaro Nuevo dijo...

Hay amigos que nos vacían como si fueran una cuchara de helado; parece que hubiesen nacido -una horma, una conexión, un destino...- para sonsacarnos o para exorcizarnos. Hay ciertos secretos, no obstante, que guardamos para siempre; clavos que arden, que nos sostienen, que nos hacen...

Anónimo dijo...

Cuánta razón...

Besos desde el trópico.

princesadehojalata dijo...

Qué bien contado. Yo antes decía a más gente pero con el tiempo he aprendido a hablarles.
Pero qué bonito es decir al que te escucha, verdad?
Aquí siempre me he sentido escuchada.

Xose dijo...

es una reflexión acertadísima. Me has hecho pensar en los otros secretos. Y los completamente inconfesables? aquellos que se callan durante años, incluso durante generaciones?? Un beso muy grande

Isabel Sira dijo...

Menos mal que quedan aún de esos oyentes...

Los viajes que no hice dijo...

Álvaro, te aseguro que a estas alturas ya no guardo secretos. Dicen que todo el mundo los tiene: yo hay personas con las que no. Y ni siquiera sé por qué...

Laila, besos desde el sur y bienvenida. Gracias.

Princesa, sí que es hermoso decir a quien te escucha. Yo también me siento escuchada...

Ulyanov, sí hay secretos que se guardan durante una generación. Supongo que los familiares tienen mucho que ver con ésos...

Arwen, y qué haríamos sin ellos...