domingo, 11 de mayo de 2008

Ferias

En Cáceres descubro a quien(es) sería(n) mi(s) librero(s) de vivir allí. En la ciudad que habito los fines de semana, el mío se fue a Huelva y me dejó sin distracciones, llamadas de teléfono y paseos por la sección de poesía.

La reivindico entre tanto best-seller que se puede encontrar en cualquier parte.

De todos modos, encuentro joyas, cuando el público me deja.

Compro clásicos: Kipling, Verlaine, Wilde.

Hago caso de una recomendación: Blandiana.

Sonrío cuando encuentro el último poemario de Segovia, que seis días después me dice que le apabullo.

Me llevo un libro de Peixoto y otro de un profesor al que le gusta dar clases.

Una semana antes, había tomado un vino con él y le puse cara, gestos y cuerpo a la voz. Me gustaron todos ellos. La voz me gustaba de antes.

Fueron los mejores minutos de un día de perros.

5 comentaron:

Isabel Sira dijo...

Espero que esos minutos echaran fuera a los perros.
Besitos.

Los viajes que no hice dijo...

Los perros llegaron después de esos minutos, pero no es por ellos por lo que recuerdo ese día. Y menos mal.
Al final siempre acabo pensando eso, de todo esto: "eso que me llevo" ("y que no me hubiera llevado de otra manera").

Isabel Sira dijo...

Buena filosofía, sí.

Minúscula Martínez dijo...

A veces tambien me esconde de los dias perros y otros perros entre libros.

Es un espacio seguro.

B x C

* Entrañable la figura del "librero consejero" frente a la del dispensador de libros.

Los viajes que no hice dijo...

Arwen, tampoco es que consuele de mucho ante las injusticias, pero en fin: ya sabes lo que cantaba Mary Poppins: "A Spoonful of sugar helps the medicine go down".

Maghenta, es un espacio segurísimo. La pena es que libreros consejeros queden tan pocos. O yo no los encuentre, que para el caso es lo mismo...