viernes, 23 de mayo de 2008

El oficio (IV): el mercado

Soy opinión pública. Soy cuarto poder. Eso lo repiten mucho en la Facultad: eres opinión pública, eres cuarto poder, el periodismo ha logrado guerras. No te explican que no puedes ser cuarto poder cuando te pagan 600 euros al mes por catorce horas diarias de trabajo de lunes a sábado; cuando te encontrarás unas redacciones plagadas de intrusos que se meten a periodistas sin tener el título que te capacita como tal porque este trabajo lo puede hacer cualquiera (y, de hecho, lo hacen. Y les pagan) y cuando la mitad de la gente, con título o sin él, no sabe a quién servir.


Porque resulta que a ti te paga una empresa, pero resulta que tú te debes a tus oyentes, tus televidentes o tus lectores. Vale: tu sueldo no depende de ellos, pero trabajas para ellos y porque ellos existen. Y a veces resulta que los dos chocan porque hay un anunciante poderoso o porque regalan una vajilla o un collar de perlas o un edredón de plumas o un parchís de Los Simpsons y tú ya no sabes si te emplea un periódico o el bazar de los chinos de la esquina.

Este caldo se aliña con todo eso. Con la falta de formación, con las prisas que impiden un trabajo correcto, con la absoluta falta de corporativismo y el sálvese quien pueda que propicia un mercado laboral de lobos en un sistema capitalista perverso. También con la falta de conciencia política, entendida en un sentido amplio, y con que la mayoría de quienes se ganan la vida con las palabras no han leído un libro en su puta vida; y con la autocensura que campa a sus anchas porque una llamada de cualquier consejero te pone de patitas en la calle. Y unos jóvenes comidos por el miedo a perder el empleo, a mear fuera del tiesto o a reivindicar unos derechos laborales que costaron siglos y que nos hemos cargado en quince años mientras el Gobierno y los sindicatos hablan de diálogo social y miran para otro lado porque el sistema crea esclavos de hipotecas y letras de coche y quien se asume como esclavo agradecido no se queja.

Una vez me ofrecieron un trabajo por cama y comida. Sin sueldo y sin alta en la Seguridad Social. Sólo cama -un piso de alquiler, para cuatro- y menú del día en un restaurante. Otra vez, por 70.000 pesetas al mes, pero te tenías que dar de alta como autónomo. Quien me llamó se enfadó porque no acepté. Su análisis fue el mismo de siempre.

Estos jóvenes no quieren trabajar.

8 comentaron:

alelo dijo...

¿Qué ha pasado para que dividas tu oficio en cuatro partes? ¿Faltan más?

Puntos de vista y ... nada más dijo...

Hay viajes que siempre se pueden hacer. Reconvertir la rabia en lucha, no claudicar de la conciencia de clase (eso que tantas veces nos dicen que ya no existe) y tener dignidad.

Todos los que dicen que la lucha de clases está superada son funcionarios con plaza, empresarios o asimiliados. Apenas conozco mileuristas con ese pensamiento. Bueno, conozco mileuristas sin pensamiento, que es peor. Pero no es tu caso.

Creo que la profesión periodística reúne dos de las peores miserias: une a los titulados superiores peor pagados junto con el oficio con más intrusismo.

Escribo en un periódico y me molesta cuando me llaman periodista, algo que me gustaría haber aprendido y que a lo mejor consigo pronto, cuando cumpla treinta años leyendo dos periódicos al día.

Porca miseria!... y todo lo que quieras.

Trust yourself!
Confía en ti misma.

Isabel Sira dijo...

Como funcionaria mileurista que sufrió en sus carnes la mierda de mundo laboral y todo lo que viene reflejado en esta entrada digo: nos tienen acojonados y el día que nos demos cuenta de eso, de que nos hemos cargado años de lucha por los derechos laborales, será cuando nos demos cuenta de que el poder está en nosotros... Me hice funcionaria porque ya no podía más, porque estaba harta de ser de las pocas que decían no a lo que cuentas aquí, Los viajes, porque estaba harta de tener que defender a los demás con mis palabras mientras nadie me defendía a mí, y que, encima, los sindicatos se me enfadaran cuando les decía que no podían seguir tomándonos el pelo a los periodistas, porque me cansé de que los empresarios se pensaran que tenía que estar agradecida de que me explotasen... Uff, hija, que es que todo esto me recuerda demasiadas cosas que preferí dejar atrás... Porque, al final, también fui cobarde.

Anónimo dijo...

Te comprendo , mi hija no es mileurista, tiene una pequeña tienda dedicada a la venta de ropa de talla grande, puso la tienda despues de estar en varios trabajos de m....., y al final como es luchadora, me dijo que pediria el dinero al banco y que trabajaria para ella.
Lleva 4 años luchando con las administraciones, la Seguridad Social, el alquiler cariiiiisimo del local e inventar las mil y una formar de sobrevivir, ella dice que cuando se ve mas ahogada es cuando mas fuerte patalea .
NHo te dejes undir jamas patalea
.
De pequeña le conte la fábula de las dos ranitas que se cayeron dentro de un balde lleno de leche, una no supo luchar y se ahogó la otra salió andando cuando la leche la convirtió en nata. hay sigue. Un abrazo cariñoso. Mariló

Álvaro Nuevo dijo...

Es un oficio con mucho intrusismo porque los periodistas que lo dirigen, los que llevan el cotarro,la vieja guardia, en el fondo temen la amenaza de que llegue alguien mejor y los desbanque de sus suculentos puestos de redacción. Es así, por eso prefieren contratar -subcontratar, la mayoría de las veces- a personas con otra titulación.

Yo fui uno de esos "intrusos" y también me pagaban 600 euros al mes por trabajar 24 horas al día, porque cuando no estaba pateándome la calle en busca de noticias, como un sabueso, estaba en mi casa sin poder dormir preguntándome cómo iba a llenar las 4 columnas del día siguiente. A mí me contrató una empresa que llevaba la corresponsalía de mi pueblo para El Periódico de Extremadura. Una odisea encontrar noticias para llenar una página diaria y encima tener que pelearte telefónicamente con la redacción en Cáceres cada día. Tuve que dejar de firmar las noticias porque me las manipulaban constantemente. Así que hice mutis por el foro alegrándome de no haber estudiado periodismo. Eso gané; me quité una falsa frustración de la cabeza.

Pero tú no te desanimes si tienes vocación, que los periodistas de trono -y los enchufados, que podría nombrar un par...-, por muy endiosados que estén, también mueren dejando un hueco. ;-)

Regina dijo...

Dos cosas:

- Yo me compré el parchís de Los Simpson. Es que era taaan mono... xD

- Yo me he pasado 5 meses de mi vida trabajando sin cobrar, luego dos años cobrando lo primero 500, luego 590, luego 750 y luego 800. Hasta que dije basta y me planté. Eso los que me conocéis o seguís ya lo sabéis. Por suerte, supieron valorarme y ahora me pagan un poco más de mileurista. Y hablo totalmente en serio cuando digo que si viviera fuera de casa habría actuado exactamente igual. Me cabree tanto cuando me dijeron que no me subían el sueldo al cambiar a indefinida que mandé la cobardía a tomar por el culo, literalmente. Nunca pensé que sería capaz de hacer loq ue hice. Ahora dedico mis esfuerzos a dar coraje a todos los que detrás de mí tienen que renovar contrato.

Luc, Tupp and Cool dijo...

Cuando pienso en el periodismo siempre me vienen a la mente dos películas, basadas en la misma obra: "Luna nueva", de Howard Hawks, y "Primera Plana", de Billy Wilder. Desde su nacimiento, información, carnaza, manipulación, amarillismo, están muy ligados a la profesión... También sé que hay otra cara, que vemos todos los días: el periodismo como testigo insobornable de lo que sucede, al coste incluso de la propia vida...

Mercado... Los medios de comunicación pertenecen a alguien o a "alguienes". La rentabilidad está ahí, consustancial a la libertad de prensa. El problema son los límites, si esa libertad la entendemos para el periodista, para la dirección, para el consejo de administración...

Derechos laborales, sindicatos... Sin organizaciones de defensa, no sé a dónde llegaríamos. Quizá al trabajo infantil, que es una mano de obra obediente y baratita. Pero tampoco se trata de "gestionar" el sistema, defendiendo intereses corporativos (los de los que ya trabajan, que al fin y al cabo son los que "votan") y cerrando los ojos ante problemas que afectan a los que están fuera de la vida laboral, porque no han podido acceder a la misma...

La lucha individual es imprescindible. La primera premisa: no conformarse con lo que te quieran dar, sino plantar cara, como dice Ramdon H. Ella tuvo la suerte de ganar el envite, de que en ese momento la necesitaran, de que no hubiera cerca alguien que ofreciera lo mismo por menos pelas... No siempre se dan esas circunstancias. Por eso creo que a lo individual hay que sumar lo colectivo, y que la solución (si es que existe) tiene que venir de una mezcla de acciones, no sólo de la acción individual...

Y seguimos sin resolver nada: El caso concreto de la Viajera, que tiene que lidiar con todo eso, intentando no perder sus principios en el intento, intentando no perder su profesión en estos vaivenes de los intereses creados.

Suerte, guapísima. Te deseo, bien lo sabes, éxito.

Los viajes que no hice dijo...

Alelo, podrían faltar más: una, por ejemplo, sobre cómo se trabaja. Pero lo he dividido en cuatro partes porque escribo a mano y me había salido larguísimo y, si en algún blog veo un post larguísimo, me lo salto. Más de cuatro párrafos me dan grima. Por eso lo dividí.

Puntos de vista, en el tercer párrafo estoy completamente de acuerdo. En los demás también, pero el resumen del tercero es genial. Aunque yo creo que eres de los pocos que escribe en un periódico y no se autodenominan periodistas. Vuelvo a decir: si yo te contara...

Arwen, pues qué quieres que te diga, si muchas de esas cosas las pasamos juntas. Otra cuestión es que este mercado laboral esté creando una gran masa de esperanzados en las oposiciones... Cosa que yo me planteo hacer si no apruebo mi examen: estudiar como una loca y a otra cosa mariposa.

Mariló, me gusta la fábula de la rana, por lo que tiene de clarificadora...

Álvaro, no creo que llegue alguien mejor que les quite el puesto: en esto, como en todo, la veteranía es un grado. Lo que ocurre es que es más fácil pagarle una mierda a un tío de 25 que a un señor de 52 (al que, por cierto, vas a echar a la calle en menos de nada porque quieres carne joven a la que explotar). Lo de no dormir pensando en cómo rellenar páginas me suena. Estudiar Periodismo no es una garantía de que seas bueno, como estudiar Medicina no es garantía de ser buen médico. Ahora, siempre preferiré la profesionalización de un oficio, y éste mío pasa por una Facultad de Ciencias de la Información. A mí me pone mi trabajo. Me pone muchísimo. Una barbaridad. Lo cual a veces es penoso, porque se te olvidan cosas que no deberías olvidar...

Random, con esto pueden pasar varias cosas: que salga bien, que salga mal... Que denuncies, que estés harta de que te echen a la calle, que te vuelvas conservadora y al final pienses que más te valdría haberte quejado, que estés harta de acudir a Magistratura, que... Mil situaciones. Y en esto, como en todo, mejor la cabeza alta que perder las ganas de mirarte al espejo.

Tupp, con lo primero, de acuerdo. Con lo que dices de los sindicatos, también de acuerdo, con matices. No me fío de una organización de defensa que reciba dinero de Gobierno alguno. Y tampoco me fío de quien te defiende porque no tiene nada que perder. De quien te exige una protesta porque no es él quien se va a quedar sin empleo. Pero, para esto, habría que reformularlo todo mucho mejor y ni siquiera se me ocurre cómo. Considero que la lucha individual es imprescindible: pero cuando he luchado individualmente, con sindicatos detrás, la que ha terminado en la calle dependiendo económicamente del sueldo de auxiliar de clínica de su señora madre (calculen: una mierda de sueldo) he sido yo. Es decir: no tengo una percepción clara de que la lucha individual sea buena, porque el resultado no es bueno. Miento: fue bueno, las tres ocasiones, para los que vinieron detrás. Pero cuando tienes que volver a casa a depender de quien te puede mantener con esfuerzo, lo de que se beneficien otros trabajadores, no te cuenta mucho, la verdad. Y puede parecer completamente mezquino, pero es así.