viernes, 7 de marzo de 2008

Espejos

No sé en qué espejos me miro. Hace un tiempo, en lo que no quería ser sin saber cómo quería ser del todo. Pasé ocho años (desde los trece) modelándome, la escritura como terapia, hasta que descubrí que se habían esfumado algunos de los miedos que creí perennes. El miedo a hablar, sobre todo. Y no me reconocía y me entró vértigo y dejé de analizar lo que soy y dejé de hacerme sangre.

Quizá ya no hiciera falta, porque en ese tiempo aprendí a mirarme con los ojos de otros y a pensar que era cierto lo que veían. Que no había hipocresía ni engaño en los halagos, ni adulación innecesaria en las palabras o los gestos. Esa imagen me gusta: no es lo que soy, o no del todo, pero es lo que ven quienes me quieren, que siempre será bastante más benévolo de lo que yo vea de mí.

Nunca he tenido demasiadas referencias. No pude identificarme con nadie, ni por parecido. Más bien, rechacé las diferencias, porque no me convencen: no son lo que yo debería ser. Y no por falta de deseo: quizá no hubiera estado mal adoptar ciertos roles: me hubiera sentido menos rara, ciertamente. Pero eso ya no tiene remedio. Ni razón, siquiera.

Ahora me miro en las vidas ajenas: tan construidas, tan hechas, que también siento vértigo. No he pensado nunca a largo plazo: sabía que no iba a vivir en las ciudades que quise y me dio igual estar en otro lugar. No puedo imaginarme dentro de cinco años, aunque firmaría por estar haciendo lo mismo que ahora. Sólo por estar haciéndolo: no sé si por ser la misma y con las mismas circunstancias. Y querría, por supuesto, más libertad y controlar mejor mi tiempo. Pero he aprendido a estar conforme.

Aunque me mire y no sepa qué veo y me coman las contradicciones y me compare y eche de menos lo que nunca he tenido.

La imagen es un cuadro de René Magritte.

9 comentaron:

Ana dijo...

Ná hija, estás que te sales jejejeje.

Pensamos sobre casi lo mismo ... vemos con el mismo ojo ... hablo de espejos en los que nos buscamos (los otros) y elijo hace dos días a Magritte, utilizamos la escritura como terapia (aunque nunca sentí miedo)...

Espero que encuentres y sepas lo que ves, que dejes de echar de menos por encontrar, que sigas firmando por estar haciendo lo que haces y que acabes sintiendo que controlas el tiempo para ir un pelín más allá de estar conforme.

Besos.A.

Regina dijo...

Creo que ese es el quid de la cuestión, guapa, eso que dices al final.

EL quid es aprender a vivir con una misma y a gustarse, aunque a veces no te caigas del todo bien. Supongo que, en parte, se consigue con la edad.

Y tranquila por lo de las vidas construidas, algunos aún las tenemos sólo en esqueleto.

:)

Isabel Sira dijo...

Jo, niña. No paras de dejarme sin palabras.

GLAUKA dijo...

Mi niña ... de verdad crees que esos "otros" tienen las vidas tan bien contruídas? Con toda seguridad están como tú pero disfrazan unos de seguridad el miedo, otros, esconden miedo en la seguridad.

Estoy segura, pero segura segura de segurísima, que las personas más estables son las que dudan.

Un beso bien grandote.

Los viajes que no hice dijo...

Ana, jajajaja. ¿Nunca sentiste miedo? ¡Dime ahora mismo cómo lo haces!

Sagutxo, yo me gusto. O me gustaba, porque hace mucho que no analizo lo que veo en el espejo. Bueno, gustarme gustarme… Más bien, como dijo una amiga mía, sé lo que soy, lo que valgo, lo que tengo y lo que hago. Yo, en lo de valer, no estoy de acuerdo: pero sí sé lo que hago (cómo me comporto con los demás), lo que soy y lo que tengo. Lo que valgo no. Porque siempre se tiende a decir: “Yo valgo mucho” y, oyes, al final piensas que vale mucho todo el mundo… Incluso aquellos a los que no te acercarías ni con una vara.

Arwen, ¿y eso?

Glauka, pues no sé si serán vidas construidas… Pero a mi alrededor veo a gente estable. Con eso que llamaría yo “una vida adulta” (pareja o familia propia –con hijitos–; casa, coche, trabajo estable y ciertas libertades), que contrapongo a una vida adolescente (es decir, la mía, pero cambiando el estudio por el trabajo). Algunos, de mi alrededor, te aseguro que están muy bien. Tampoco cuestionan mi vida, la verdad, ni preguntan qué tal los amores (no lo preguntan, porque ya saben la respuesta). Aunque no me había planteado que las personas más estables son las que dudan y lo estoy pensando desde que te leí…

Ana dijo...

Sentí miedo al leerme pero no al escribir ... jajajajajajaja... cuando me leo es cuando quedo acojonaíta ... dios! pa encerrar!!!

Besos niña.

Isabel Sira dijo...

Por lo bien que escribes, por lo cercano que es lo que cuentas, por todo, hija, por todo.

alelo dijo...

Pues yo tengo un problema muy gordo - gordísimo diría - con los espejos. Hay veces que me miro y veo a mi padre... ¿Dónde se ha ido el chaval que vivía dentro de mí?

Los viajes que no hice dijo...

Ana, yo nunca he sentido miedo al leerme ni al escribir. Si acaso al leerme un poquito de vergüenza... Besos, guapa.

Arwen, al final me voy a creer que escribo bien y todo...

Alelo, se ha ido unos treinta años poco más o menos hacia adelante en el tiempo... Como en el chiste aquel de Mafalda, cuando su padre se levanta y siente un crac en la espalda y dice: "Abrí la ventana... ¡y entraron 37 años!"...