viernes, 2 de noviembre de 2007

Inútil

Eso también se aprende, algún día. Que eres inútil. Llevo 64 clases encima, una detrás de otra, he conducido fumando, escuchando música, hablando y sin ver porque el sol o la lluvia no me dejaban. He llevado el coche durante una hora con una sola mano porque la otra tenía que usarla para no deslumbrarme. Aparco en una caja de cerillas, lo clavo a la primera, rapidísimo, a pesar de que mi profesor me dice siempre que vaya más lento y no suelte tanto embrague. En 64 clases se me habrá calado el coche diez veces, tres de ellas en los exámenes, por supuesto. Si me descuido, me pongo en autovía a 140 kilómetros por hora y más y no lo noto. Me parece que el coche va lento. Soy capaz de pegarme a la derecha si pasa un camión y, aunque me digan que no circule, que no voy a entrar, yo sigo circulando y entro y no me choco. Me he vuelto experta en esquivar coches aparcados en curvas sin visibilidad con la puerta abierta porque el conductor está revisando papeles o hablando por teléfono.

Pero llega el día del examen, de mi cuarto examen, y el día anterior me como tres bordillos por primera vez en mi vida y por poco no se chocan conmigo en una rotonda. Y el día del examen no quito el freno de mano o me como una rotonda o se me cala dentro o entro y sigo circulando a 120 en un carril de deceleración porque no veo las señales (es que no las veo) y no sé seguir las indicaciones, que Starsky y Hutch parecía yo por aquella autovía, sin saber dónde está Sevilla ni dónde Badajoz.

Y me exigen el carnet para el trabajo, me estoy quedando sin mis ahorros y llevo gastados unos 2500 euros que me podrían haber servido:

- Para irme de viaje a algún extranjero que no fuera Portugal, que nunca he salido de la Península y a este paso voy a seguir imaginando países por los libros.

- En una maravillosa réflex digital, dos objetivos, un trípode y diez o doce cursos de fotografía.

- Para reconstruirme un par de muelas rotas que tengo y ponerme tropecientos empastes, que puestos a tirar el dinero como lo estoy tirando, me podría haber arreglado la boca, que ahora entiendo al Lichis, "tú que te mereces un príncipe, un dentista".

- Para la entrada de un piso. Que tampoco tengo mucho interés en comprarme un piso, pero digo lo mismo que en el apartado anterior: que puestos a tirar el dinero...

- Para el Diccionario de María Moliner y los libros que me faltan de Dickens, Hanna Arendt, Carson McCullers, Virginia Woolf y otros tantos, irme a algún sitio con el mínimo de silencio que no tengo en mi piso compartido con una pareja y ponerme a leer como si se fuera a acabar el mundo.

- Para fundírmelo en ropa, que tengo tres pantalones y uno está roto y cuatro camisetas de entretiempo que me trepan por toda esta maravillosa barriga que me acompaña donde quiera que voy. Vamos, que me están pequeñas, que la ropa nunca ha sido una prioridad y tampoco encuentro nunca nada de mi talla que me guste: me compro lo que me cabe, simplemente.

Pero no. Me lo tengo que gastar, obligatoriamente, en un carnet de conducir cuyo examen no voy a aprobar en la vida, porque además de ser inútil soy muy consciente de mis limitaciones y sé perfectamente lo que puedo hacer y lo que no. Es decir: me estoy quedando sin dinero, tengo unas oposiciones que no son oposiciones dentro de un mes para las que se me exige el carnet, un jefe que está todo el día preguntándome cuándo coño me lo voy a sacar (como si me lo pagara él) y ni siquiera sé si voy a a tener trabajo en treinta o cuarenta y cinco días.

Y si hablo del resto de mi vida física, afectiva, de ocio y amistosa apaga y vámonos.

Ah. Al primero que escriba la palabra "actitud" le retiro el saludo para los restos. Estoy harta, rematadamente harta, del discurso de la actitud, la asertividad y la confianza en las posibilidades de uno mismo. Vamos, que esto es un ejercicio de desahogo psicológico, nada más. Que no pretendo que nadie me dé unos ánimos que no tengo, ni me aconseje medidas ni técnicas de relajación. Que llevo todo el día tragando bilis con el "tú puedes", "no pasa nada" y "la próxima vez será". Y se me está atragantando y la única manera que tengo de vomitar y de llorar y de desesperarme es ésta: negro sobre blanco y a juí, como dicen en mi tierra.

15 comentaron:

Anónimo dijo...

Pasa sacarte el carnet, no tienes que saber conducir, tienes que saber las cosas que son o no son falta, los truquitos de dónde tengo que tomar la curva exactamente en esta o en otra calle, dónde me tengo que parar en este stop, prever antes de que el peatón pase, que va a pasar y por supuesto, prever que no va a pasar porque como te pares y luego no pase, también es falta...
En fin, que es una lotería, que influye que el tío ese día esté de buenas, la gente que ha aprobado antes que tú, etc, etc, etc...
Pero lo que está claro, lo más determinante, eres tú y al volante ir segura de que vas a aprobar es lo primero.
Es que no es tan fácil, pero vamos, que todo llega.

Un besote.

Anónimo dijo...

No, si digo yo que algún día se apiadarán de mí y me lo regalarán.

Anónimo dijo...

Actitud, mejora la actitud. jijijijijijiji (que me mata). Yo también odio eso de "cambia tu actitud", porque la mayoría de las veces no es posible.

Te digo un truquito por email, que por aquí no quiero ponerlo, no me mola.

Anónimo dijo...

El truquito ya lo he usado las dos últimas veces. Y nada de nada. Es inutilidad, hija. Ni con heroína apruebo yo el carnet.

Anónimo dijo...

Bueno, pues me callo y sólo paso a mirarte desde lejos, pero sin acercarme.

Tuppence

Anónimo dijo...

Hombre, un abrazo tampoco viene mal, Tupp.

Anónimo dijo...

Aquí está el abrazo, Sarm.

T.

Anónimo dijo...

Pero qué falta de ambición. ¡Si sólo aspiran a que funciones mejor! Y yo que quería ser mejor...

Ah, y sobre las puertas: he leído que en cirtas zonas de Africa las casas o chozas no tienen puertas pero jamás, jamás, nadie entra sin pedir permiso. Si este envidiable y noble y patricio respeto por los demás y por uno mismo pudiéramos importarlos aquí, seríamos en verdad mucho mejores y sobrarían tantas tantas cosas, mecanismos, libros, pensamientos y personas.

Anónimo dijo...

No sé decirlo de otro modo. Hay una edad para cada cosa; una edad para leer Ivanhoe, Alicia..., a Stevenson, a Conrad, a Cortázar, a Lezama Lima... Cuando pasó, pasó. Si no los leíste, ya no los leerás. Te faltarán siempre. Te tocará ahora conducir por otras carreteras y otras calles. No digo que no vayas a hacerlo con seguridad... simplemente lo vas a hacer de forma distinta. Elegir no es una elección; es una autoimposición.

Anónimo dijo...

Plebeya, bienvenida y gracias por el comentario... Y no te digo más porque me resulta francamente ininteligible.

Plebeya y MenosPlebeya... ¿Pili y Mili o doble personalidad?

MenosPlebeya, mi edad para conducir (conducir literalmente) viene marcada por circunstancias tempoeconómicas. Si nos abstraemos, yo también estoy de acuerdo con lo de la edad para cada cosa. Eso sí: con los libros no. Yo sigo descubriendo autores de adolescencia y sigo releyendo mis libros infantiles.

Anónimo dijo...

Fui una de las que te dije, tú puedes, así que no lo repito ;P Pero niña, que les den, que saldrá cuando salga pero la puta pena es que en este país te tiés que quedar pobre para poder conducir, aunque luego haya niñatos arrasando con gente, matando a los demás o matándose ellos porque parece que a ellos sí que les regalaron el carné.
Y bueno, que aquí estamos para lo que sea...

Anónimo dijo...

Es bueno saber, aunque ya lo supiésemos, que somos todos distintos.

Anónimo dijo...

Arwen, eso digo yo: como hay gente que tiene carnet y conduce fatal y yo no lo tengo aún...

Anónimo, cierto: si todos fueran como yo, las autoescuelas estarían forradas. Más aún.

Anónimo dijo...

Yo no te digo nada de actitud ni tonterías por el estilo porque estaba igual que tú: con 67 clases a las espaldas, que lo mío tampoco fue moco de pavo y además me pasaba lo mismo que ati, es decir, no paraba de pensar en todas las cosas que podría haber hecho con el dinero.
Suerte para la próxima. Pero de la buena, hija, de la buena.

Anónimo dijo...

Ya.
Lo que me pregunto es cómo hacer que mi cerebro procese las señales que no veo en cuanto hay un tío detrás examinándome.
Las pastillas no me funcionan: ya las he probado.