domingo, 18 de noviembre de 2007

El joven eterno


Camino hacia los 92 años y ya noto el aliento de la muerte en mi nuca. Mientras tanto, vivo y recuerdo, que es una forma de vivir dos veces. A la edad de uno de mis nietos perdí a mi padre y me hice adulto de golpe. A la edad de otro de mis nietos, estudiante universitario, yo tenía que tomar decisiones en un estado mayor del ejército de la República. Ahora me hablan de una memoria histórica que para mí es realidad vivida, mi propia historia. En mi corazón apenas hay a estas alturas espacio y tiempo para la reivindicación, para la revancha: sigo viviéndome y reviviéndome más allá de leyes, conmemoraciones, titulares o debates políticos. Con Neruda, confieso que he vivido. O mejor, confieso que he sobrevivido. He vivido una vida que no elegí: me vino impuesta, pero siempre le fui leal y fiel. Como un ciprés, todavía estoy aquí, dando sombra y cobijo a los pájaros que anidan en mis ramas. 92 años dan para mucho, pero parece que el tiempo se ha detenido en mis 21 años. Soy un imperativo categórico: ¡Sobrevive! ¡Vive! ¡Recuerda! Mientras llega el cumplimiento de mi vida, pienso, escribo, leo, recuerdo, rezo y vivo, como corresponde al joven que nunca he dejado de ser, al joven eterno que ya soy.

Ignacio M. Muñiz. Alicante.

Carta publicada en el XL Semanal 1001. Del 1 al 6 de enero de 2007.

Imagen de Robert Capa.

9 comentaron:

Anónimo dijo...

Con lo maravillosa que a mí me parece esta carta, oye, y nadie dice nada...

Anónimo dijo...

Carta estremecedora. No por la falta de libertad, porque no creo en absoluto en la libertad -¿elige una persona buena e inteligente seguir siendo buena e inteligente?-, ni siquiera, fíjense ustedes, por la falta de madurez y de vivencias, sino por la falta de dignidad. Es la dignidad lo que hace que las personas sean personas. Hay humillaciones que son para siempre. Me gustaría escuchar alguna interpretación menos drástica...

Anónimo dijo...

En lo político, no entro. Me quedo con lo otro.

Anónimo dijo...

Pues yo sí digo algo. Es hermosísima y además refleja lo que sé que voy a sentir si llego a los 92: que seré por dentro una niña (no me atrevo a decir una edad definida). Y me encanta la idea.
Muy buena entrada, Unaexcusa.

Anónimo dijo...

Escuché una entrevista a este hombre, en la radio, hace quizá un par de meses.
Quizá me esté equivocando y lo confunda con otro, pero juraría que no...
Me impresionó su memoria vívida, su sencillez y su forma humilde de explicar las cosas.

Gracias por recordármelo :)
Un beso.

Anónimo dijo...

¿Llegar al término de la vida que nos toco sintiendo que la hemos vivido con dignidad y conservando el espíritu joven? No puedo pensar en nada mejor.
No creo que las humillaciones sean para siempre, salvo las que cometemos.

Anónimo dijo...

Me ha puesto los pelos como escarpias.

Anónimo dijo...

Unaexcusa, tu entrada me llega mucho, por el texto y por la imagen.

Empiezo por la imagen, porque no tengo tiempo para todo:

Rober Kapa es un fotógrafo al que yo admiro. Esta foto la he visto publicada varias veces, y ahora mismo no estoy segura si formó parte o no (creo que sí) de una exposición antológica que tuve la suerte de ver de cerca. Más allá de los valores técnicos, de la fuerza expresiva, de todo eso, esta imagen siempre me ha estremecido.

Mirar hacia ese ángel de la muerte frío, ciego, inexorable pero caprichoso, y no poder hacer nada, salvo apresurar el paso. Esa amenaza que debe pesar como una losa que te va enterrando vivo.

Lo que más me duele es que, aunque lo parezca, no es una foto de hace casi setenta años. En realidad, es de anteyer, de ayer, de ahora mismo, porque todos los días, decenas de veces, cientos de veces, miles de veces, SUCEDE ESO.

Yo nunca me he podido curar del video que nos mostraba a aquel padre árabe que intentaba proteger a su hijo de las balas de los francotiradores, y como se resolvió todo, en cuestión de segundos, con el pequeño cuerpecillo desmadejado y sangrante en los brazos de un hombre impotente.

En un caso un video, en otro una vieja fotografía en blanco y negro, son puntos de una misma línea. Y ya sabéis: Por definición, una línea está compuesta por infinitos puntos.

Ya comentaré el texto.

Anónimo dijo...

Suntzu, a mí me gustó todo: la historia, la redacción, todo...

Un Árbol, pues quizá no te equivocas, porque la carta salió en enero y a lo mejor alguien lo localizó y le llamó para entrevistarle...

Pere, yo tampoco creo que haya nada mejor. Pero eso sí: creo que hay humillaciones que se recuerdan siempre...

Borde, descubrí que me enlazabas y nunca te había leído: eso es lo que pasa con los silenciosos que leen y no dejan mensajes. Bienvenido.

Tupp, me ha encantado tu análisis. Y sí: son imágenes que vemos todos los días. Por muy viejas que parezcan, siempre están las mismas miradas, la misma huida...