domingo, 11 de noviembre de 2007

Charlas pequeñas

Voy al cine y encuentro tres llamadas perdidas a la vuelta. Son de una de esas cuatro mujeres de mi vida, la que está más lejos: se le ha estropeado el ordenador al instalar un programa que sería más un virus que otra cosa: el disco duro con sus proyectos -es arquitecto-, con fotografías y, sobre todo, con películas. Por eso llamaba, desesperada: "¡No puedo ver cine!" y me he recordado en sus casas de Madrid y de Alcalá, la cama grandísima, el porrito de antes de acostarse, las mantas, la lámpara, cerveza, Coca-Cola y los cedés: ahora Bergman, ahora Antonioni, ahora Woody Allen, ahora Tarkovsky, Linklater, Fellini o Truffaut. Yo me duermo antes de que acaben o en la primera escena: suele ocurrirme si pretenden que vea algo a las dos de la mañana, pero es una costumbre hermosa y necesaria: un libro -"estoy leyendo mucho", me dice: como si hubiera dejado de hacerlo alguna vez- y una peliculita para finalizar el día. Nos reímos -"se ha muerto el ordenador en mis brazos"- y me pregunta.


Tiene la capacidad de hacerme resumir mi vida en cuatro frases: lo peor de ella. Porque nunca le resumo mi vida, al final. Sólo le hablo de lo que esa vida me provoca, de los sentimientos que suscita, de la irritabilidad, las ganas de largarme de un lugar del que no me voy a ir nunca por ahora, el cansancio, la incredulidad, la frustración, los ataques indiscriminados y lo idiota que puedo llegar a ser.

Cuando acabo, lo de siempre. Nos reímos, nos mandamos besos y nos decimos que nos queremos, con o sin palabras -hoy ha sido sin ellas-. Luego, sigo sintiendo: que quiero volver a estar en esa cama calentita con el ordenador encendido, viendo películas en versión original y acurrucada, besarla, patear Madrid, caminar durante horas por Madrid sólo por el gusto de descubrir que esa ciudad es abarcable, entrar en librerías, buscar un restaurante, pagar una botella de vino, reírnos, hacer muecas, oírla recordarme quién soy y pedirle que me abrace.


Imagen de Javier Saracho.

9 comentaron:

Anónimo dijo...

Lo bonito de tener a alguien lejos son los recuerdos que nos brinda. ;)

No eres la única, a mí me ponen una peli a las 2 de la mañana (y a las 11 de la noche) y me quedo frita. Sólo soy capaz de ver cine por las mañanas y por las tardes. Bueno, me pongan lo que me pongan a las dos de la mañana me quedo frita, frita.

Anónimo dijo...

Yo soy de los ponen pelis a las dos de la mañana (o a la hora que encarte). Lo peor de los horarios es que necesito dormir y no puedo hacerlo si no estoy de vacaciones. Pero en fin. Bueno, me lío: píllate unos días y vete pa Madrid,tía, que se nota que te apetece.

Anónimo dijo...

A mi, las "mujeres de mi vida" tambien me han dado porritos insuperables antes de dormir, con tazon de oporto, tiradas en la alfombra y crudas confidencias entre risas.

B x C

Anónimo dijo...

Sagutxo, y la frustración de no poder verla.

FLaC, no tengo días. Y sí que me gustaría ir a Madrid.

Viuda, cierto: crudas confidencias entre sí. Me asombra lo que podemos reírnos de nuestra crudeza.

Anónimo dijo...

qué bonito!

Anónimo dijo...

Hoy me he adentrado un poquito en tu blog, en los últimos escritos.
Definitivamente, creo que tenemos algunas cosas en común!! A mí también me pasa, al leerte, que me reconozco entre muchas de tus líneas...
Empezando ya por tu definición en el blog.
Sólo quería decirte que me gusta lo que cuentas, y cómo lo cuentas... Y que, por supuesto, te seguiré visitando!

Anónimo dijo...

:) Me parece que a esa altura de la calle Toledo hay una librería pequeñita, que tiene bastantes cómic. A principios de verano, compré Mau ahí.

Irse o quedarse... Los siempre o los nunca pueden ser por ahora... y está bien reservarse la última carta.

Abrazos. Y ve a verla pronto, en cuanto salgas de lo que te ocupa ahora.

:)

Anónimo dijo...

Arwen, gracias.

Adela, gracias también a ti. Por devolverme la visita y por lo que me dices.

Tupp, hay veces, te lo digo yo, que los siempre o los nunca no son por ahora. Y que es peligroso pensar que va a ser por ahora. Peligroso de verdad: te quedas sin fuerzas, te desgastas... Así que me quedo con mis nunca. Buscaré la librería, de todos modos.

Anónimo dijo...

Llevo casi media hora intentando escribir algo, y me he hecho un verdadero lío, porque nada de lo que escribo aparece.

Biem, lo intentaré mañana. Abrazos,