lunes, 1 de octubre de 2007

Encargos

Las historias de amor son todas curiosas. Algunas nos crean heridas que otros curan, pacientemente, aunque ellos no sean culpables del dolor. Otras van y vienen: comienzan cuando dos son pequeños, se acaban, pasan años y llega el tiempo del reencuentro y la alegría. De crear proyectos comunes, organizar una boda, elegir trajes, invitar a los amigos que están lejos y a los que han asistido diariamente a esta historia recobrada. Llega el tiempo de los nervios, de las dudas, de pensar si saldrá bien, de creer que saldrá bien. De saber que la otra persona es la correcta. Que el otro es tu idioma, tu patria y tu cuerpo.

No se puede explicar el amor. Las palabras tampoco bastan mucho. No describen la pasión, la felicidad, los cosquilleos en el estómago, ni la serenidad cuando ves a alguien y sientes que por fin estás en casa. No son suficientes para explicar por qué sabemos que podemos, que queremos, pensar en dos. Dejar de ser uno del todo para ser del todo de alguien. A pesar de las dificultades, de las crisis, de los mil problemas. A pesar, también, de las ausencias.

No sé si desear suerte. En una boda no se desea suerte. Sólo, quizá, que esto no suponga ningún esfuerzo. Que no haya que trabajar el amor, porque el amor no necesite trabajo. Que fluya solo. Que no desaparezcan las ganas de contar cada nimia cosa que ocurre. Que te puedas mirar en los ojos de otro, y reconocerte, y saber que eres mejor porque te miras con sus ojos. Que el otro te conforme y te complete y te construya. Que sigáis siendo dos, aunque seáis juntos. Que os apasione lo cotidiano: una puesta de sol, un libro, un paseo, un café con amigos, hacer un viaje. Que sepáis que el mundo es vuestro. Eso es lo único que puedo desear en una boda...

(Cariño, a ver si te vale, porque la verdad es que yo no estoy nada inspirada y escribir de amor se me da fatal).

Imagen de olvwu.

9 comentaron:

Anónimo dijo...

Pues menos mal que se te da mal... Me quedo con el último párrafo antes de la explicación.

Anónimo dijo...

¿lo has registrado? ¿lo puedo usar en las bodas que oficie?

Que bonito. Eso, menos mal que se te da mal...

Anónimo dijo...

Yo cambiaria una cosa, a pesar q esta muy bien el relato, en vez de decir, invitar a los familiares q estan lejos y los mas cercanos, no invitaria a nadie, solo a los padrinos, y por obligacion, ya q el matrimonio es de los dos y para q te vengan a criticar esto, lo otro, y lo de mas alla pos como q no.
Una iglesia o el ayuntamiento, el cura o alcalde y ya esta, seria perfecto, nos hariamos una foto y la enviariamos a los mas allegados junto con el comunicado de la imminente boda. Q os parece??? bien, pero con el de la plaza no eh!!!!!!!criticones q son todos y cada uno de ellos y por si no tuviera poco ahora esta el vecino de abajo q les xiva todo lo q decimos, sera asqueroso, inculto necio, como le querais llamar.
TIGRIS.

Anónimo dijo...

Tus amigos (los de la boda) estarán orgullosos de ti. Me ha parecido precioso.

Anónimo dijo...

Estoy con Juan Carlos :)

Lo de que el amor no debe costar esfuerzo, para mí sigue siendo una utopía; empiezo a pensar que me lo monto muy mal, acabo agotada siempre y con unas ganas de estar solaaaa... Qué mal llevo esto de que me monopolicen :D

¡Muchos besos y que dure la felicidad!

Anónimo dijo...

El amor, para mí, es un esfuerzo sobrehumano. No quiero ser aguafiestas pero es un sentimiento efímero. El amor que sientes tan intésamente se quema mucho antes que cuando lo sientes poco a poco. Yo he tenido dos relaciones "largas", una de siete años y otra de tres (y lo que le echaré) Aunque se tengan cosas en común, la mediocridad se mete por la puerta trasera, a veces, de repente. Hay veces que siento que estamos condenados a malentendernos porque somos diferentes y desgraciadamente, para que haya paz hay que ceder. Eso sí, par mí el amor que no muere es el primero, y si tus amigos tienen la suerte de haberse enamorado entonces y ahora, puede que dure. El primer amor es ciego, pasional y con ganas de complacer,
en el segundo todavía te estás curando las heridas y decidiendo qué darás ésta vez y qué no.

Anónimo dijo...

Arwen, tú que me miras con buenos ojos. O me lees. O las dos cosas.

Juan Carlos, yo no registro nada. Puedes usarlo en las bodas que precies. De hecho, dos de mis amigas lo van a usar en las suyas...

Tigris, la única razón por la que yo me casaría (si tuviera pareja, creyera en que el Estado tiene que regular mi vida privada y tuviera el suficiente dinero como para invitar realmente a todo el mundo -es decir, pagar comida, hotel y desplazamiento-) sería por reunir a todos mis amigos en una misma ciudad.

Princesa, muchas gracias, cariño... Una de ellas me ha dicho que la que se casa le ha dado el visto bueno porque le ha encantado. La otra me ha dicho, textualmente: "¡Dios mío! ¡Eres nuestro negro!".

Tamaruca, cuando lo experimente, te lo diré. A mí aún no me ha monopolizado nadie. Y, cuando lo han pretendido (que nunca han sido hombres, siempre mujeres) he salido por pies...

Kupe, pues tienes una visión de las relaciones parecida a la mía. Sobre todo en lo que a heridas se refiere... El que llega después paga los miedos que te provocó el que se largó sin más...

Anónimo dijo...

Todas las cosas que nos importan de verdad, cuestan trabajo.

En tu profesión, si de verdad quieres hacer las cosas bien, te apasiona y disfrutas de ello, te dejas la piel.

Con tus amigos, para que la relación perdure, debes trbajarla, comerte sus marrones y pasarte la noche en vela si hace falta, hablando con ellos para hacer que se sientan mejor, o al menos, escuchados.

En el amor, pasa exactamente lo mismo, no todo biene rodado y es chupi guay y de color de rosa. Son las dos personas que forman la pareja la que lo convierten en algo especial. Cuando "trabajas" día a día con detalles, con miradas cómplices, con saber estar cuando hay que estar, sí que cuesta trabajo.

La cuestión está en que, si trabajas en lo que te gusta, no te supone un esfuerzo; si tus amigos son de los buenos, no te importa perder unas horas de sueño, y si tu pareja es la que tiene que ser, los detalles surgen solos.

Anónimo dijo...

Patricia... ¿y si no costara trabajo? ¿y si saliera solo? ¿y si fluyera? ¿No sería eso lo deseable? Que no costara ningún esfuerzo amar, estar, compartir...