miércoles, 17 de octubre de 2007

Caracteres

Confío del todo en poca gente y ni siquiera sé qué nos une. En pocos casos tenemos la misma sensibilidad, ellos lloran más que yo y sigo teniendo buena mano con los raros o los tímidos, que se me abren al primer vistazo. Puedo reconocer a quien me gusta en un minuto, pero con la misma rapidez desechar a alguien con quien pasé años, porque soy de efecto retardado y tardo en darme cuenta de las traiciones. A los 22 años me traumatizaron y, desde entonces, huyo como de la peste de los caracteres problemáticos y de quienes exigen pruebas de amor constante: un chantaje psicológico es la manera más fácil que alguien tiene de que yo no vuelva a saber de él en la vida (y en pocos casos me molesto en dar una explicación), porque soy una lapa pero sólo cuando me apetece (que puede ser casi siempre) y porque mis amigos saben que no llamo (casi) nunca y que pocas veces pediré ayuda aunque me esté consumiendo. También que no sé decir que no y que cuando paso mucho tiempo con una persona (salvo dos o tres honrosas excepciones) termino agobiándome y me encierro. Puedo cortar relaciones con la misma facilidad con que las construyo: el tiempo me ha enseñado que nadie es imprescindible pero hay quien me acompaña desde hace tres lustros a pesar de las ciudades, los cientos de kilómetros y los trabajos que me han hecho no vivir en el mismo lugar que mis amigos durante siete años. Supongo que ellos tienen más paciencia que yo, porque nunca fui una mujer fácil: tengo un carácter que uno de mis mejores amigos definió como primario a más no poder y estallo en cuestión de segundos, me disparo y vuelo. La razón se llama miedo, siempre se ha llamado miedo: esta incoherencia mía me vuelve sociable y desenvuelta aunque en realidad la gente, así, en general, me produce auténtico pánico. No hay una frase que diga que no la repiense luego diez mil veces, todos los días, y puedo pasar años -años reales- avergonzándome de un tono o de un comportamiento hasta que se vuelven fantasmas que me persiguen. Muestro el amor que siento a cada instante, salvo a alguna persona a la que no soy capaz de decirle te quiero, pero en mi fuero interno sé que no me apego a nada ni a nadie: puedo pasar meses sin ver a alguien y lo único que temo es que me eche la bronca por no llamar. No he encontrado aún a nadie que entienda que no me gusta el teléfono, que odio el teléfono, que si me llaman tres veces el mismo día, me parece que el aparatito no ha dejado de sonar en toda la tarde, que me vuelvo muda o irritable en una conversación que dure más de diez minutos y que es más importante el asco que le profeso al móvil (que encima tengo dos) que las ganas de hablar contigo.

A cambio, estoy disponible casi todo el tiempo, deshago planes según las prioridades, mimo, abrazo, cuido, visito periódicamente a los que están lejos, mi lealtad es a prueba de bombas y me interesará y haré mío todo cuanto seas.

Váyase lo uno por lo otro.


12 comentaron:

Anónimo dijo...

Caray. Caray caray caray. Me has dejado sin palabras.

Anónimo dijo...

A mí me cuesta también la misma vida llamar. Pero vamos, yo creo que lo tuyo con el teléfono no es para tenerlo en cuenta considerando las contraprestaciones...
Un beso.

Anónimo dijo...

Bueno, pues eso mismo. Ya sabes mi historia asíq ue no voy a resaltar en qué me siento identificada y qué partes entiendo como si las hubiera escrito yo.

Yo también aborrezco el teléfono, que te lo diga Kupe Karras, que creo que ya no me llama porque para lo que haho puede hablar sola y no se gasta las pelas.

:D

Anónimo dijo...

¡que te leo, carajo!

Anónimo dijo...

Veo que somos unos cuantos que no nos sentimos muy cómodos hablando por teléfono.

Anónimo dijo...

Hola,

Oye, sabes q te pareces mucho a mí, tampoco me gusta el mobil, y si pudiera lo tiraba a la basura, pero tengo negocio y no me es posible hacerlo.
Creo q ser así es de lo mejor, ya q vale mas ir directo a las cosas q no ir con tapujos, no creeis?
Si le tengo q decir a alguien alguna cosa, se la digo en la cara, aunque una vez a un excompañero de clase le hice ver q criticar es muy feo, a través de la terraza de mi casa, ya q me estaba escuchando desde abajo.
Carlos, eres de mi pueblo, así me ves tu tambien, no?
Bueno
Recuerdos

Anónimo dijo...

Y a mí, a pesar de todo, me aguantas conversaciones telefónicas de los más largas... Lo que te honra más todavía.
Buena descripción de ti misma.

Anónimo dijo...

UnaExclamación, ¿por qué?

Suntzu, pues no sé: si te contara la de broncas que he tenido porque no llamo... "Si te importa la gente, la llamas", dicen. Pues no: la gente me importa, pero no me gusta el teléfono.

Sagutxo, sí que la sé, sí.

Carlos, :P. Gracias. Por todo.

elPadrino, lo mío es aberración.

Ratoli, es lo que provocan los móviles: la necesidad de tirarlos.

Arwen, pero es que tú hablas más que yo. Y digo... Si yo no hago buenas descripciones de mí misma, quién va a hacerlas... :P

Anónimo dijo...

Se me fue una línea...Y como no me veo capaz de describirme bien a mí misma, alabo que lo hagas tú sobre ti misma.

Anónimo dijo...

Es verdad, hablo más que tú y más que casi todo el mundo, defecto grande que tengo...
Sobre la descripción, no me creo capaz de describirme bien a mí misma, me he dado cuenta que proyecto imágenes tan diversas y distintas a mí para la gente que aunque me describiera a la perfección nadie creería que soy yo.

Anónimo dijo...

Y que más da que no llames? si estar contigo es lo más productivo del mundo, aunque solo sea una visita rápida cada mil años. El que quiera hablarte que te llame coño!!
Muak.

Pupe

Anónimo dijo...

Arwen, no sé... Yo es que llevo conmigo misma tanto tiempo...

Pupe, eso digo yo. Que quien quiera peces...