viernes, 20 de octubre de 2006

Noche oscura





















Noche oscura. Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual.


En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
a donde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que guiaste!,
¡oh noche amable más que la alborada!,
¡oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quedeme y olvideme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

San Juan de la Cruz.

3 comentaron:

Anónimo dijo...

Pocas cosas se han escrito tan hermosas. La expresión del éxtasis amoroso, de la dicha suprema, entrecortada e intensa... Ya se lea con su simbolismo o sin él, es maravilloso verlo aquí.
Gracias por colgarlo...

Anónimo dijo...

A mí San Juan de la Cruz me encanta. Y me recuerdo hace poco, con la piel erizada, recitándolo para mí misma, mientras caminaba por Badajoz. El ritmo, la cadencia, las palabras, las imágenes... Qué maravilla que haya quien ha escrito así antes de nosotras, para que nosotras podamos leerlo, releerlo, apresarlo, hacerlo nuestro...

Anónimo dijo...

Pues la verdad es que yo no lo releo, pero me has recordado lo bonito que era. Y me ha venido a la cabeza otro texto, pero de Santa Teresa de Jesús, que lo colgué en mi habitación en Sevilla hace años para no olvidar algo:
Nada te turbe
Nada te espante
Dios no se muda
La paciencia todo lo alcanza
Quien a Dios tiene, nada le falta.

Nunca tuve mucha paciencia, pero cada vez tengo un poco más.