domingo, 13 de agosto de 2006

Ella

Ella no lo sabe como yo, pero todos los viajes me la devuelven distinta: Grecia, México, Jordania, Vietnam. Aunque ahora acumule como una morosa las ganas de cambiar.

No sólo los viajes. También el resto: el dolor. La soledad. Las heridas. La existencia. Llevarse los muebles y comenzar de nuevo. Largarse de casa: de una casa, de otra. No saber si será la definitiva. Querer que la mimen. Espantar el miedo. Revolverse en el compromiso.

Si no fuéramos tan listas y tan cínicas nos lo creeriamos. Que hay otra manera de hacer las cosas. Que se puede aprovechar el tiempo (aunque nunca haya sabido cuál, ni cómo), exprimir la vida, vivir. Y siempre seguirá sonando a adolescente y a palabras huecas. Quizá. Pero no a nosotras.

A nosotras, nunca. A pesar del cinismo, y de la rabia.

3 comentaron:

Anónimo dijo...

La verdad es que no lo entiendo del todo, pero me gusta, es como si me dijera algo más de lo que comprendo...Pero, ¿qué es lo que entenderíamos?

Anónimo dijo...

Eso, Arwen: que la construcción latina "Carpe Diem" sigue teniendo vigencia; que no suena vacía, que hay que aprovechar la vida, equivocarse, dolerse...

Anónimo dijo...

Uff, yo estoy harta de seguir equivocándome, pero a veces también acierto, así que merece la pena, no- Aunque este verano esté vegetando más de la cuenta